Y éramos felices…
Y éramos felices

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Y éramos felices…

Si cierro los ojos y pienso en los recuerdos de mi niñez me vienen muchas sensaciones.

Me viene el olor de las tarteras de mamá, el sonido de las llaves de papá desde abajo, sabía que era él entre otros mil ruidos, el olor a lluvia en la tierra en verano, nuestros juegos en la terraza con los vecinos, el disfrute.

Nos creaban una piscina en casa con una balsa para mis hermanas, mis amigos y para mí, y nos parecía lo mejor del verano, los domingos a la playa, con las sillas, las mesas y las neveras con fiambreras. 

Andábamos en círculos con las bicis por la terraza y hacíamos obras de teatro con escenarios improvisados. La mitad de las noches nos acostábamos oliendo a vinagre, que era el mejor remedio para las ortigas, eso y la mercromina en los múltiples golpes que nos dábamos jugando.

Y éramos felices, si, no veraneábamos fuera de Santiago, no íbamos a Londres o Filadelfia a ingles veraniego, no teníamos móvil ni nos conectábamos con nuestros amigos online.

Si quedábamos con ellos, era un sitio y una hora y ya estaba, no había que reconfirmarlo con 5 o 6 mensajes más como ahora, si no estabas a tu hora te esperaban un rato y te arriesgabas a irte de vuelta a casa o probar suerte en los sitios habituales. Y éramos felices.

Al fin de cuentas lo que nos hacía plenos eran las relaciones con los demás, el tiempo con nuestros padres.

Lo que recordamos son los olores del hogar, las regañinas y los mimos de papa y mama, no lo que teníamos, no nuestro estatus según el número de seguidores.

Si nos pasaba algo se lo contábamos a nuestros amigos íntimos, ahora se publica minuto a minuto en las redes. Desconocidos saben cual es la ropa favorita de nuestros niños, nunca se sacian de lo que tienen. A penas valoran los regalos que se les hace y no son conscientes de lo que cuesta ganar el dinero que paga sus ropas de marca, sus móviles, sus juegos.

¿Y la educación en valores?, sin caer en que cualquier tiempo pasado fue mejor, y sabiendo que hay niños maravillosamente educados, viendo lo que veo, en general, doy gracias por la educación que nos dieron nuestros padres. Precisamente una generación que no tubo muchas comodidades, que a penas pudieron estudiar, algunos incluso pasaron hambre, muchos recuerdan la guerra, siguen cuidando de los nietos y han cuidado de sus padres.

A veces los miramos por encima del hombro porque nosotros pensamos que sabemos más, sinceramente, visto lo visto, nos dan mil vueltas. ¿Involución?… todavía, quizás, no sea demasiado tarde…

¿Qué recuerdos entrañables tendrán los adultos de dentro de 10 años?

Os dejo este pequeño video de Marian Rojas, es fantástico, si no queréis escucharlo todo os recomiendo desde el minuto 8.

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