Hoy sabemos, tras diferentes investigaciones, que nuestro cuerpo no distingue entre un proceso químico y el pensamiento de un proceso químico.
Investigaciones de un grupo de la universidad de Bristol, Reino Unido, indican que el efecto placebo es producto de la evolución.
Nuestro sistema inmune tiene un sistema de encendido-apagado controlado por nuestra mente.
La activación de dicho sistema inmune es costosa para la reserva energética del organismo, por ello se produce un fenómeno evolutivo en el que nuestro sistema inmune espera una señal para ponerse en marcha.
Esta señal sería el fármaco, la terapia etc… sea real o placebo, nuestro organismo no distingue entre ellos. Hoy se sabe además, gracias a las investigaciones de neurólogos de la Universidad de Michigan, que cuando una persona va a tomar una medicina, su cerebro activa una región vinculada a la habilidad de experimentar un beneficio o una recompensa, el núcleo accumbens y se segrega dopamina, produciéndose un alivio del dolor, lo cual indica que el efecto placebo no depende sólo de la capacidad de sugestión del individuo como hasta ahora se creía.
La cantidad de dopamina que se libera va en proporción a la cantidad de beneficio que anticipa el individuo (Jon-Kar Zubieta).
1.Anticipa y procesa la recompensa y el aprendizaje social, participa en la risa, placer, adicción y miedo, clásicamente involucrado en la integración entre motivación y acción motora.