Juan José Millas y Juan Luis Arsuaga.
Estoy leyendo este libro fascinante, de esos para subrayar y poner marcas por todas partes.
Uno de esos libros que te envuelven y no puedes parar de leer, y que al menos yo tengo que releer para enterarme del todo bien.
La locuacidad de estos dos escritores y su conocimiento hacen que te apetezca saber más y más.
El libro nos habla de la evolución de una manera tan amena que te apetece que el libro no termine y seguir aprendiendo.
En uno de los capítulos hablan de las pinturas de la cueva de Altamira y los dos personajes visitan la cueva de la Covaciella.
Arsuaga y sus compañeros nos cuentan la perfección del trazo, como los pintores aprovechaban los salientes de la roca para dar volumen a ciertas zonas de la pintura, la dirección del trazo siguiendo el pelaje del animal…
Hacían primero la forma excavada en la roca, no hay equivocaciones, solo un trazo firme, eso indica que quien fuera tenía que haber practicado mucho antes de hacerlo, quizás era su “profesión”, además el hecho de que sean tan simples implican por si mismo su complejidad.
¿Y la altura del pintor?, se calcula que el pintor de Altamira media entre metro setenta y metro ochenta (estamos hablando de un hombre que vivió entre 36.000 y 13.000 antes que nosotros).
La verdad es que este libro me hace replantearme muchas cosas, la primera y la que sigo teniendo muy presente, ¿de verdad estamos evolucionando?
